Situado en el corazón de Oaxaca, se encuentra Santiago Matatlán, un pueblo reconocido como la Capital Mundial del Mezcal donde se cultivan los mejores agaves del mundo.
Este pueblo ha perfeccionado el arte mezcalero por generaciones, preservando con orgullo sus métodos artesanales, dando vida a mezcales auténticos de calidad inigualable.
Cada botella de 7RAÍCES lleva el alma de Matatlán: su tierra, su gente y su historia.
Desde muy joven, Ambrosio aprendió el proceso de la elaboración de mezcal en el palenque de sus padres, adquiriendo paciencia, respeto y la importancia de cada detalle en la producción artesanal.
Hoy, con su propio palenque, continúa sembrando maguey y perfeccionando cada lote de mezcal.
Se eligen cuidadosamente los agaves espadín maduros, con un tiempo de crecimiento de 6 a 8 años, asegurando la mejor calidad en el mezcal. Ahí se cortan las pencas para dejar la piña del maguey lista para ser horneada.
Las piñas de agave se cortan en trozos y se colocan en un horno cónico revestido con piedras de río. Para calentar las piedras, se enciende un fuego con leña de mezquite hasta que alcanzan el rojo vivo. Luego, las piñas se acomodan en el horno, se cubren con bagazo y esteras de paja, y finalmente se sellan con tierra. Este proceso dura 4 días.
Después de la cocción, la fruta dulce se traslada al lugar de molienda, que se realiza tradicionalmente con una rueda de piedra llamada tahona, esta es tirada por caballo para triturar el agave cocido y extraer sus jugos y azúcares preparándolos para dejarse fermentar.
El agave triturado se coloca en tinas de madera y se mezclan con agua para iniciar la fermentación natural. Las levaduras presentes en el ambiente transforman los azúcares en alcohol en un proceso que dura entre 7 y 12 días.
El líquido fermentado se destila en alambiques de cobre, realizándose una doble destilación para obtener un mezcal puro y con el grado alcohólico adecuado.
Resultado: Un mezcal delicioso y auténtico, reflejo de la tradición y el arte de su creación.